Català / Castellano
Un nuevo martes, y a las 9h en punto me subo a un AVE que me lleva a Madrid. Todavía no sé cómo ha pasado, pero todo lo que me era desconocido comienza a volverse, de alguna manera, habitual. Marchar los martes hacia allí, volver los jueves hacia aquí. Encontrarme con mucha gente, aquí y allá, para preparar temas para presentar.
Revisar y redactar las infinitas luchas que debo dar, desde las enormes [como el peligro del cambio climático, el derecho al trabajo y los salarios dignos o la defensa del derecho al cuidado] hasta las concretas, aferradas al territorio, a la vida de cada lugar [como la pacificación de la Nacional II en el Maresme, la recuperación de las playas en todo el litoral o el servicio de Renfe en Catalunya]. Se me abre todo un mundo, y aprendo que para cada lucha ya existe una gente, un movimiento, una organización que sabe mucho más que yo; que ya lo ha pensado antes, y lo ha luchado antes. Que lo único que se me reclama es permeabilidad. Sensibilidad. Y trabajo constante para ganar cada causa, cada guerra justa. Eso intento saber hacer.
Y vuelve a ser martes. Y vuelvo a llegar al despacho con la libreta de los temas pendientes; una lista que se alarga, que se llena de exclamaciones, de prioridades y alarmas.
Ahora mismo entro a registro una pequeña pregunta sobre un gran tema: pregunto por la posibilidad de auditar la deuda que se supone que la ciudadanía tiene con las eléctricas. ¿La tenemos? Nadie lo sabe, pero lo que es seguro es que la pagamos, cada mes, en la factura de la luz.
Es un tema increíble, como increíbles son tantas noticias que nos hieren día tras día. Y a las 12:30h se reúne mi grupo: y repasamos juntas los temas que entran en el pleno de esta tarde. La lentitud. Nos tragamos el contraste insoportable entre la emergencia social que vive la gente y el engranaje político que volverá a no estar a la altura; nos tragamos la impaciencia; releemos el orden del día.
Que puede estar hundiéndose el mundo, pero el Senado parece no tener ninguna prisa. Y en estos momentos hay quien debe escoger entre pagar el alquiler del mes o salir a hacer la compra de la semana. Y hay gente que hace seis horas que espera que un médico le mire un dolor que desconoce. También están los gases lacrimógenos blindando las fronteras. Y al mismo tiempo, sociedades en Panamá que evidencian, de nuevo, que la élite nos roba y que Hacienda no fuimos nunca todas.
Y respiramos hondo, que el Senado no tiene prisa y nosotros mucha. Entre los temas del día, discutiremos una propuesta para “estudiar y revisar” los aforamientos, presentada por el PP; la ostia; hace dos semanas ellos votaron en contra (e hicieran caer) una propuesta para eliminar los aforamientos. No te acostumbres nunca a tanto cinismo, Maria. No dejes de sentir estupefacción. Rabia. No permitas que, algún día, todo esto te parezca normal.
Veremos qué vota esta tarde el PP a la propuesta de restablecer el derecho a la asistencia sanitaria para todas las personas; sabemos qué es lo que van a votar, y sabemos qué es lo que van a ganar. La vergüenza. Pero por algún motivo estoy contenta. De alguna manera siento que, poco a poco, su poder se hunde. Aunque no lo suficiente, pero sí se hunde. Así que debemos acumular toda la fuerza, toda la inteligencia y todo el entusiasmo; que es un privilegio estar participando del fin de una época y del nacimiento de un nuevo mundo.
Son las 16 horas. Suena una alarma por todo el edificio que nos llama a la sala. Es la hora de un nuevo pleno, quién sabe si será el último de la legislatura.
Foto: Resultado en la votación para eliminar los aforamientos (presentado por el PSOE hace dos semanas, en el último pleno). En rojo tenemos la mayoría absoluta del PP (tienen 142 escaños del 266 que somos) diciendo que NO. También hay algún descuido, como Santi Vidal (ERC), que se equivocó; estas cosas pasan. Necesitamos hacer caer esta mayoría absoluta; sin este desbloqueo, no hay cambio constitucional posible.