[Catalán / Castellano]
Provengo de una comarca estrecha y larga, repleta de vida encajonada entre el mar y la montaña. Nuestros pueblos se tocan unos a otros, y los espacios de campo y de aire son escasos y sufren. Es el nuestro un territorio precioso y luchador, también es un territorio trinchado. Amenazado. Repleto de gente y de cemento. Y yo, en el Senado, llevo Fomento.
Así pues, puestas a llevar Fomento, empiezo recogiendo los conflictos territoriales que operan en casa. El principal: el clamor para recuperar la fachada litoral. Convertir la Nacional II en un paseo, una vía cívica que nos permita pasear, bicicletear, de pueblo en pueblo y haciendo vida en el mar. Accesos adaptados. Pueblos interconectados. Transporte público frecuente, de calidad, sincronizado. Paseos de playa iluminados y reparados. Arena cuidada y agua limpia. El mar es la vida en esta comarca, ¿saben?
Pues bien: empiezo pidiendo cita a todas las alcaldías y concejalías de medio ambiente; a todos los movimientos sociales ambientalistas y territoriales, y evidentemente a todas las agrupaciones ecosocialistas del Maresme.
Y nada más comenzar, topamos con el poder. Pues resulta que para transformar la NII es necesario que gran parte de los desplazamientos se produzcan por otras vías, y eso pasa ineludiblemente por liberar el peaje de la C-32 (autopista del Maresme). Ese rescate ya debería haberse producido hace años, pues Abertis ya ha amortizado la inversión inicial hasta 32 veces; pero resulta que Abertis es La Caixa, que con los peajes se forran y la Generalitat sigue siendo business-friendly en lugar de working-class.
Paciencia y lucha. Y hoy os presento a Antoni Esteban, una de las convicciones fuertes que defiende el territorio. Portavoz de Preservem el Maresme y de MobCat, da una lucha sorda y constante que necesita de más voces y de más manos. Me sumo, y registro una pregunta: ¿piensa el Estado invertir el dinero que tiene comprometido para transformar la NII en una vía cívica? Y sobre todo: ¿cuándo?
Y os presento también a Lluís Soler, una presencia implacable que es portavoz de otro de los conflictos que clama al cielo: la estación maldita de Premià de Mar, que cada vez que se reforma empeora. Presento una pregunta, pues Adif hizo tan mal las obras la última vez que ahora el Ayuntamiento las debe volver a hacer. Mi pregunta es la siguiente: ¿piensa Adif devolver al Ayuntamiento de Premià el dinero que ahora invertimos en reparar lo que ellos estropearon? Porque la política es la gestión de los recursos escasos, y aquí necesitamos hasta el último euro para invertir en política social y cotidiana en favor de la gente.
Y así comienzo a caminar. Y conozco a Víctor Catalán y a Sebastiàn Tejada, que me hablan de preservar el litoral, de la gestión de las playas, buscando opciones definitivas que eviten tirar millones de euros cada año para rellenar momentáneamente de arena las playas; acción no sólo estúpida y antieconómica sino fatídica para el fondo marino.
Y recurro a Alfons Barreras, pues se encuentra moviendo cielo y tierra para detener el proyecto del puerto de Premià; un centro comercial sobre el agua; una gran superficie que nadie necesita, que perjudicará al pequeño comercio de la zona, que propone consumo y polución en lugar de un puerto que mire al mar.
Una barbaridad. Y de barbaridad en barbaridad empiezo. Los temas me hierven en las manos y el tiempo pasa; pero yo provengo de una comarca estrecha y larga, repleta de vida encajonada entre el mar y la montaña, una tierra de paciencia y lucha, me repito. Paciencia. Y lucha.